Un cierto rico escocés había prestado en vida mucho dinero a varias personas. Siendo que era muy considerado, trabajaba con cariño con sus deudores y cuando se daba cuenta de que era imposible que le pagaran, ponía debajo de la cuenta su firma junto con las palabras: “Perdonado”.
Después de su muerte, su esposa se dio cuenta que era mucho el dinero que reunían las notas perdonadas y se dio a la tarea de cobrarlas. Tuvo que iniciar juicios legales hasta que el juez; al examinar uno de estos casos le preguntó:
-Señora, ¿es esta la firma de su esposo? --Sí –contestó ella--, de eso no hay duda.
-Entonces –dijo el Juez—no hay nada que obligue a esta gente a pagar cuando su esposo mismo ha escrito la palabra “Perdonado”.
Si Cristo nos ha perdonado nuestros pecados, en vano se ufana el diablo por traérnoslos a la memoria.
En muchas ocasiones somo capaces de recibir el perdón de los demás, pero también en muchas otras no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos.
Esta actitud la aprovecha el enemigo para tratar de cobrarnos una cuenta que ya fue perdonada en la cruz del Calvario. Dios ha perdonado nuestros pecados, pero no lo recordamos o no lo creemos. En la memoria del cristiano debe estar siempre la obra salvadora de Cristo, debe recordar que fue perdonado por medio de su sacrificio en la cruz. Sólo Él tendría la autoridad para reclamar el pago por dicho sacrificio hecho a a favor de nosotros, pero no lo hace, es más, olvida nuestras transgresiones por amor.
No permitas que el príncipe de este mundo te quite la paz que Cristo te ha dado, por medio de los recuerdos de tu antigua vida. Levántate, y proyéctate hacia delante, no mires atrás, recibe el perdón de Cristo, perdónate a ti mismo también y recuerda que todo está perdonado, y no vuelvas a pecar.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" Roma 8:1
Después de su muerte, su esposa se dio cuenta que era mucho el dinero que reunían las notas perdonadas y se dio a la tarea de cobrarlas. Tuvo que iniciar juicios legales hasta que el juez; al examinar uno de estos casos le preguntó:
-Señora, ¿es esta la firma de su esposo? --Sí –contestó ella--, de eso no hay duda.
-Entonces –dijo el Juez—no hay nada que obligue a esta gente a pagar cuando su esposo mismo ha escrito la palabra “Perdonado”.
Si Cristo nos ha perdonado nuestros pecados, en vano se ufana el diablo por traérnoslos a la memoria.
En muchas ocasiones somo capaces de recibir el perdón de los demás, pero también en muchas otras no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos.
Esta actitud la aprovecha el enemigo para tratar de cobrarnos una cuenta que ya fue perdonada en la cruz del Calvario. Dios ha perdonado nuestros pecados, pero no lo recordamos o no lo creemos. En la memoria del cristiano debe estar siempre la obra salvadora de Cristo, debe recordar que fue perdonado por medio de su sacrificio en la cruz. Sólo Él tendría la autoridad para reclamar el pago por dicho sacrificio hecho a a favor de nosotros, pero no lo hace, es más, olvida nuestras transgresiones por amor.
No permitas que el príncipe de este mundo te quite la paz que Cristo te ha dado, por medio de los recuerdos de tu antigua vida. Levántate, y proyéctate hacia delante, no mires atrás, recibe el perdón de Cristo, perdónate a ti mismo también y recuerda que todo está perdonado, y no vuelvas a pecar.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" Roma 8:1
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