lunes, 19 de agosto de 2019

Luchando contra la ansiedad - Bosquejo de Sermón


¿Ansioso?

Texto: Mateo 6:25-34

Introducción
         La ansiedad significa “estado emocional desencadenado por la anticipación de peligros o amenazas”.
         Es una emoción dada por Dios para bien, pero al corromperse por el pecado tiene consecuencias dañinas.
         Todos sentimos ansiedad en nuestras vidas, y a veces se convierte en un problema que causa malestar. Los síntomas de la ansiedad son habituales en una sociedad tan ajetreada como la nuestra (problemas de memoria, irritabilidad, fatiga, insomnio, depresión, enfermedades cardiovasculares, debilitamiento del sistema inmunológico, problemas digestivos, cambios en el metabolismo, problemas sexuales, dificultades en las relaciones sociales, etc)
         Veremos hoy cuál es la manera en que debemos batallar contra esta emoción que llena nuestros corazones y nos quita la paz.

A)  . ¿Qué es la ansiedad?
i.     “todos batallamos” 1°Pe 5:7
         Notemos que no dice: «nunca tengo problemas de sentir temor». El temor nos golpea y la batalla empieza. La Biblia no supone que los verdaderos creyentes no tendrán ansiedad. Más bien, la Biblia nos enseña a luchar contra ella cuando nos golpea.
         Por ejemplo, 1 Pedro 5:7 dice: «Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros».No dice que nunca tendremos ansiedad; por el contrario, dice que, cuando la tengamos, la echemos sobre Dios.
         Así que esta es mi respuesta a aquellos que luchan día a día contra la ansiedad: eso es bastante normal. La cuestión es la siguiente: ¿cómo luchar contra ella?
ii.    es luchar contra la incredulidad por la fe “ Sal 56:3
         La respuesta a esa pregunta: luchamos contra la ansiedad al batallar contra la incredulidad y por la fe en la gracia futura. La manera en que peleamos esta «buena batalla» es meditando en las garantías que Dios nos da acerca de la gracia venidera y pidiendo ayuda a su Espíritu.
         El limpiaparabrisas es la suma de las promesas de Dios que barren el lodo de la incredulidad, y el líquido limpiador es la ayuda del Espíritu Santo. La batalla para ser libres del pecado se pelea «mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad» (2 Tesalonicenses 2:13).
         La obra del Espíritu y la Palabra de verdad: esos son los grandes edificadores de la fe. Sin la obra ablandadora del Espíritu Santo, los limpiaparabrisas de la Palabra tan solo arañarían por encima los enceguecedores terrones de la incredulidad.
         Ambos son necesarios el Espíritu y la Palabra. Leemos las promesas de Dios y oramos pidiendo la ayuda de su Espíritu. Y a medida que el parabrisas se limpia para permitirnos ver el bien que Dios tiene planeado para nosotros (Jeremías 29:11), nuestra fe se fortalece y el camino que la ansiedad ha torcido se endereza.

B)  . ¿Cómo puedo luchar contra la ansiedad? Mateo 6:25-34
i.     “Si Dios hizo lo más difícil, cómo no hará lo fácil” v.25
         Si el cuerpo y la vida son muchísimo más complejos y difíciles de atender que la comida y la ropa, y aun así Dios en efecto nos creó y nos dotó de ambos, entonces seguramente podrá proveernos la comida y la ropa que necesitamos y está dispuesto a hacerlo.
         Es más, sin importar lo que suceda, Dios un día resucitará nuestro cuerpo y preservará nuestra vida para que tengamos comunión eterna con él.
ii.    “Mi vida es más valiosa y Dios me cuidará” v.26
         Si Dios está dispuesto a alimentar a criaturas tan insignificantes como las aves, que no pueden hacer nada para producir su comida —no como nosotros, que podemos cultivar la tierra— entonces de seguro nos proveerá lo que necesitamos, porque valemos mucho más que las aves.

iii.   “La preocupación no ayuda en nada” v.27
         En cierto modo, esta también es una promesa, la simple promesa de la realidad: la ansiedad no nos hará ningún bien.
         Este no es el argumento principal, pero a veces simplemente tenemos que ponernos firmes con nosotros mismos y decirnos: «Alma, este afán es absolutamente inútil. No solo estás trastornando tu propio día, sino el de otras personas por igual. Déjalo en manos de Dios y sigue haciendo tu trabajo».
La ansiedad no logra nada que valga la pena.
iv.  “Dios viste a la hierba y me vestirá también” v.28-30
         Nosotros tenemos una prioridad mucho más alta para Dios que las flores del campo, porque viviremos para siempre, y así podremos darle alabanza eterna.
         No obstante, Dios tiene tal cantidad de energía creativa y de cuidado por su creación, que los derrama abundantemente aun sobre las flores, que se marchitan tan solo en cuestión de días. Por lo tanto, sin lugar a dudas, él invertirá la misma energía y capacidad creativa en el cuidado de sus hijos, que vivirán para siempre.
v.    “Dios no es indiferente a mis necesidades” v.31-32
         No pensemos que Dios desconoce nuestras necesidades. Él las conoce todas. Él es nuestro «Padre celestial». No mira con indiferencia y a la distancia; él se interesa por nosotros. Él obrará para suplir nuestras necesidades en el momento más apropiado.

vi.  “Si me ocupo de SU reino, El se ocupará de mi ” v.33
         Si nos entregamos a la causa de Dios en el mundo, en lugar de afanarnos por nuestras propias necesidades materiales, Dios se asegurará de que tengamos todo lo que necesitamos para hacer su voluntad y darle gloria.
         Esta promesa es similar a la de Romanos 8:32: «¿Cómo no nos concederá [Dios] también con Él [Cristo] todas las cosas?».

vii. “Dios me dará la fuerza para hoy” v.34
         Dios se encargará de que jamás seamos probados más allá de lo que podemos soportar (1 Corintios 10:13). Él obrará por nosotros, de modo que se cumpla lo que la Palabra declara: «como tus días serán tus fuerzas» (Deuteronomio 33:25).
         Ningún día tendremos más problemas de los que podamos soportar; y para cada día habrá misericordia suficiente para sobrellevar la tensión de ese día (Lamentaciones 3:22-23).

Pasos prácticos para luchar contra la ansiedad.
1.      Hace ejercicio físico.
2.      Dormí mejor.
3.      Alimentate bien.
4.      Lucha contra la preocupación
a)      Establece 30 min. al día para preocuparte.
b)      Escribí tus preocupaciones y dedicale un tiempo de oración
c)      Establece una frase o versículo bíblico cuando los pensamientos quieran dominar tu mente y posterga la preocupación para la hora que elegiste para preocuparte.
d)     Comenzá a enfocar tus pensamientos en bendecir a alguien más (llamar a alguien y orar, servir, memorizar un versículo, etc.) algo que quite tu mente del foco de preocupación.
e)       Hacer esto cada vez que te des cuenta que tus pensamientos se enfocan en las preocupaciones.

         En Filipenses 4:6, Pablo dice: «Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios». Y luego en Filipenses 4:19 (solo trece versículos después), nos da la promesa liberadora de la gracia venidera, del mismo modo en que Jesús lo hizo: «Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».
         Si vivimos por fe en esta promesa de gracia venidera, será muy difícil que la ansiedad prevalezca. Las «riquezas en gloria» de Dios son inagotables. Él realmente quiere que no nos preocupemos por nuestro futuro.
         Cuando estes ansioso respecto de algún nuevo emprendimiento o reunión que conlleve un riesgo, batallemos contra la incredulidad aferrándonos a una de las promesas de Dios: Isaías 41:10 «No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia» (Isaías 41:10).
Resumen
         La ansiedad es una emoción que fue corrompida por el pecado, por eso es dañina cuando no la sometemos a Cristo.
         Luchar contra la ansiedad es luchar contra la incredulidad para tener más fe en la gracia de Dios.
         Jesus nos dejó 7 motivos para no preocuparnos y tener su paz y así pelear la buena batalla contra la ansiedad.       
         Debemos tomar pasos prácticos para luchar contra la incredulidad de la ansiedad.
        
Exhortación
¿Vas a reconocer que estar ansiosos es un pecado?
¿Vas a confiar en las palabras de Jesús para dejar de preocuparte?
¿Vas a tomar la decisión de luchar contra la incredulidad de la ansiedad?

Frases finales
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” Salmo 121:1,2


Tomado del libro del Rev. John Pipper “Future Grace” (Gracia Venidera), páginas 56-59

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